lunes, octubre 02, 2006

"Porque no soy yo la que habla, me he tendido en la colina para que hable el mar"


Siempre he sentido una secreta conexión con Bárbara Délano. Bárbara Délano es una poeta, hija de Poli Délano, que murió en un accidente aéreo en Lima en 1996. A ella la descubrí un día hace seis años, en el que andaba curosiando en la sección de poesía chilena del Fondo de Cultura Económica del paseo Bulnes. En la solapa del libro leí que Bárbara era socióloga y había sido becaria de la Fundación Neruda en la primera generación de poetas que salieron de ahí. Ese año yo también estaba siendo becaria de la Fundación Neruda y estudiaba sociología en la católica. En eso de las coincidencias estaba cuando entra a la librería Floridor Pérez, que dirigía el taller de la Fundación con Jaime Quezada. Le muestro a Floridor el libro de Bárbara (Playas de Fuego, un libro que fue publicado póstumo por Dolmen) y luego de dar un triste suspiro, dice: "Ahh, la Barbarita" y queda en silencio. Compré el libro. En él, Bárbara anticipa su propia muerte y describe como cae el avión en el que viaja. Es sorprendente. Terrible y bello la manera en que se dejan entrever los hilos invisibles que todo lo guían.

Su libro es uno de mis favoritos. Uno de los pocos, poquísimos que traje conmigo en este viaje. Su poesía me identifica como pocas y su figura siempre me ha atraído de una manera muy especial. Pero hoy la cosa más extraña me ha sucedido.

Hoy es un día importante para mí. Es el primer día en el que estoy definitivamente instalada en Nueva York. Y quizás por eso, por la presión de del último mes y medio y de tener finalmente un espacio de recogimiento, me conecté con una pena de esas que uno intuye como antiguas. Y en mi pena me acordé de Bárbara y, sin saber bien por qué, comencé a buscar en internet algún poema para subir al blog. Entonces me encuentro con que fue hoy, justo hace diez años, el día en que el avión de aeroperú fue a dar al mar. Y entendí un poco más. Y supe que le había escrito un poema sin saberlo.
Poema que incluyo ahora como un homenaje, junto a unos versos de Playas de Fuego.

De la Insistencia

“Hoy no iremos al mar

porque el mar es la memoria

de algo sagrado que no podemos descifrar

y que nos golpea”.



Reinaldo Arenas



Otra vez el mar. El mar y sus penínsulas. La diadema que brilla en el fondo del mar tiene forma de isla. La diadema que cayó náufraga como nosotros es el registro macabro de la tragedia. Hay cosas inexploradas en el fondo del mar. Cuerpos que pasean en sacos por las profundidades. Un andar constante y sonoro, delicadamente fúnebre que llega a las orillas. Hay un tiempo tras las rocas que golpea en lo profundo, la espuma de la rabia.Éste es el abismo celeste que nos separa de la vida. Éste el tiempo que se escucha y descubre a un primo muerto en las copas de los árboles. Éste el lugar que dibuja tu ausencia: una inmensidad celeste que apunta detrás de los ojos. Es húmedo y tiene la rabia de los muertos. Es el lugar de los náufragos, hombres abandonados que pasean con una gata al hombro y una cama de acero esperando la muerte. Hay en el mar una conversación abierta, un país secreto con forma de isla que erosiona, en silencio.


De Playas de Fuego

Porque todo lo que se pierde va a dar al mar
me tiendo en el borde
para oír a mis hermanos muertos

Bárbara Délano (1961-1996)

4 comentarios:

Pedro Montealegre dijo...

Yo sólo pude rastrear versos de ella en la antología que hizo Tomás Harris, con Teresa y Lila Calderón. Había un poema que hablaba del desierto, y de cuentas de vidrio que subían transformadas en polvo. Esfuerzo la memoria para traerlo aquí y no puedo. Gracias, Carmen, por recordármela y por tu poema igualmente maravilloso.

PD: Lo de la Revista quedó pichocaluga. Muchas gracias, Besos miles.

Perro dijo...

Urgueteando encontró tu blog y leí lo de Bárbaro Delano. Yo no podría vivir sin el mar. Saludos.

Lila Magritte dijo...

Impresionante lo que ocurrió con Bárbara. Ahora es una sirena que canta desde el fondo del mar. Y la seguimos oyendo porque trae el misterio del destino en su voz.

Saludos.

Lila Magritte dijo...

Un poema de Bárbara Délano.


Acerca del poeta

Los soles al chocar
dejaban su estela innumerable de sonidos
que el hombre nunca pudo oír
los planetas rotaron
y el mar dando vueltas
extrañamente nunca se caía
Los hombres seguían levantando
sus manos extendidas sobre el cielo
Los dedos de las mujeres
tocaban el vientre de sus hijos
y ellos besaron largas noches
los pechos de luna donde se bañaban
las sirenas y los delfines ciegos
Nunca vimos un atardecer en Marte
Los días pasaban
rigurosamente
El tiempo seguía dentro de los caracoles
ascendiendo y descendiendo su fatal escala
Nadie sabía los nombres de las cosas
y cuando se dijo atrás
se disparaba a un hombre
y cuando se dijo mano
caía un pájaro
y cuando se dijo tierra
sonó un mar de huesos y calaveras
fue el poeta el que le puso nombre a las cosas
y las cosas desde entonces fueron dóciles y amargas
y amigas del hombre
y se dijo harina
y hubo pan
y se dijo bomba
y fue Hiroshima
y se dijo beso y hubo bocas
desde entonces las cosas vivieron
y bailaron con el hombre durante los siglos
y vino el poeta y presenciamos el atardecer más rojo
de Marte
y cada vez que chocó una estrella con un cometa
escuchamos un ruido de papel arrugado
Si hay algo aquí adentro
que venga un poeta y se siente a la mesa
si algo hay de verde
que venga un poeta y encienda la luz y busque el volcán
si alguna palabra queda por decir
que venga el poeta y tome desayuno
y dé besos y haga espejos de cada pupila rota y amarilla
Un globo roto en las manos de un niño
un auto que se detiene
un hombre que muere
una mujer compra el pan
cinco hombres se mueren
una bibliotecaria hace ssshht
treinta hombres asesinados
un obrero se arremanga la camisa
cincuenta hombres desaparecidos
una hoja cae de un árbol
el poeta da el último grito
sus amigos aúllan como una sirena
camino al cementerio
y las cosas ahí se quedaron
esperando que su mano resucite
para que este globo pájaro
siga aleteando como un feto de gorrión
en el espacio celeste

(de "Revista Pasquín", UEJ, 1979)