lunes, septiembre 25, 2006

Mi lugar en el Mundo



Sigo en tránsito y ahora pareciera como si de esto se tratara la vida. Dicen que acá uno nunca deja de estar de paso y lo creo. No sé si llegue algún día en el que haga de este es mi lugar en el mundo, pero creo que más bien tiene que ver con encontrarlo dentro de mí. El lugar en el mundo creo es, la estabilidad y seguridad que nos dan las cosas que nos rodean. Todo lo que nos constituye y se siente conocido. Supongo que cuando nos desprendemos de todo eso y quedamos solos en la mitad de un lo desconocido, tenemos que aprender a encontar lo conocido en nosotros mismos.


Antes de venirme soñé una o más veces con ratas. Uno de mis miedos más concretos a Nueva York eran las ratas. Sabía que estaban por todas partes. Pero esos sueños simbolizaban miedos internos. Hay miedos conocidos y miedos desconocidos. Creo que las ratas eran miedos del segundo tipo. Pero así como cuando chica le tenía pánico a la oscuridad y por mucho, mucho tiempo me levanté por las noches a decirle a mis papás que tenía miedo, en algún minuto aprendí que tras lo oscuro no había nada que temer. El mounstro nunca apareció. Supongo que ahora tampoco hay mounstro, no hay rata gigante. Pero siento como si tuviera que ir dando pasos chiquititos y sin meter demasiado ruido por si acaso.

Ahora me estoy quedando en un hotel en Nueva York aprovechando también que está la Karen y que ninguna tenía donde más estar. Pero está bien. Será mi hogar por una corta temporada. Nuestra pieza es celeste con rojo y eso ya me es familiar. Es solo que a veces el miedo paraliza y todo me parece ajeno y extraño. Como si todo se nublara y yo dejo de creer.

El fin de semana estuve en un tempo budisita. Ahí estaba escrita la historia del Budha con imágenes, igual como el vía crucis en las iglesias católicas. Al final los dos, Budha y Cristo, deben vivir pruebas de fe. En Dios, en la vida, en ellos mismos. Y supongo que eso es gran parte de lo que vine a buscar.

viernes, septiembre 08, 2006

Los Hilos Invisibles


Estoy caminando por el borde del mar. Siempre he caminado cerca del mar o hacia él. A veces está calmo, otras siento que me ahogo. En mi camino todo es azul, a veces verde. De pronto hay huecos en la mitad del océano y caigo. Los huecos son invisibles, por eso caigo. Después entiendo porqué están en esa parte del camino.
Porqué nos encontramos con personas que nos están esperando después de la caída. Es como Alicia en el País de las Maravillas.

Las circunstancias que me trajeron a este lugar de Jersey fueron en su momento, solo eso, circunstancias. Luego con la Maca descubrimos lo que había más allá. Los hilos invisibles que todo lo conducen. Que nuestras abuelas fueron grandes amigas y que el día que murió la Carmen del Pilar, mi abuela estaba en la casa de su abuela. Que a la misma hora en que ella se ahogó, se cortó la luz de la casa. Y luego el teléfono anunciando la tragedia.

A veces la caída duele.

A veces todo se oscurece y no logro ver los hilos invisibles.

A veces caigo en huecos donde quiero quedarme, pero el agua entra por todas partes,
y me ahogo.

viernes, septiembre 01, 2006

There is Always Sunshine Above the Great Sky



No, esto no ha sido como Sex and the City. Esto parece más bien una peli de David Lynch cruzada con una novela de Capote. Digamos Moolholand Drive y A Sangre Fría. No es el mejor panorama, pero es lo que se me viene a la cabeza cuando trato de visualizar la última semana.
Por razones ajenas a mi voluntad, estuve viviendo algunos días en una casa típica de un suburbio americano, con perro, gato y una televisión inmensa. Todo parecía perfecto, pero perfecto para que entre alguno de los asesinos en serie, de esos que habitan sólo en este país.

Los viajes de Nueva York a Jersey haciendose cada día más agotadores.
Las luces desde la ventana del tren.
Las carreteras de Lynch.
Lynch y Capote en un suburbio norteamericano.
Todo parece en orden pero en el fondo está lo desconocido.
La doble vida de Laura Palmer.
La caja azul.

Nueva York. Fito Páez. Ciudad de pobres corazones. Dos semanas buscando un lugar donde vivir, los cheques de mi nueva cuenta corriente perdidos y la burocracia de la universidad aún peor para extranjeros.
En el metro un muchacho canta "Halleluya" de Leonard Cohen, pero su versión suena más parecida a la de Jeff Buckley y es un poco triste.

Siempre he tenido fe en que las cosas fluyen y cuando no, conozco el tiempo que toma para que se restablezcan y vuelvan a fluir. Ahora parece que los tiempos han cambiado. Además de que acá la hora pasa más rápido, pareciera que para redireccionar las cosas hay que poner todas las energías en eso. No sé si me explico. Antes sentía que las cosas fluían de una manera porque así tenía que ser y las energías se movían por fuerzas externas a mi voluntad. Ahora mi voluntad tiene que mover gran parte de las energías. Aunque no me queden. Aunque ya no quiera ver más caras de gringos diciendo "nice to meet you", cuando en el fondo sabes que están pensando "no viviría con una sudaca nica". Ser indio pero no tonto.

Luego el metro de nuevo. Wenders y "Las Alas del Deseo". Me dan ganas de recostarme en las piernas del ángel que supongo tengo al lado, me dan ganas de hablarle y de llorar. Aquí no está esa persona que te diga "tú tranquila, yo me encargo". La gente es amable, pero con un límite. Nadie que esté a más de 100 km se va a hacer cargo. Y supongo que eso también es parte de hacerse grande, aunque a veces tengo la misma sensación de cuando me perdía en el supermercado y quería que mi papá me viniera a buscar. Es como si estuviera en un barco en medio de una tormenta en medio del oceáno y yo tuviera que manejar el barco para no naufragar. Es como hacer un gallito con la estatua de la libertad y quebrarle la muñeca.

Como Rorro dice que David Sylvian dice "there is always sunshine above the great sky".
Mi amigo Zebra me contactó con su amigo Nutria, que hace un par de años vive en NY. Quedamos con Nutria para ir a la fiesta de una radio en el Village. Después de unas pizzas y cervezas gratis caímos en cuenta que Nutria conocía a Chicho, con quien nos juntamos al rato. Entonces apareció el Oveja. Amigo de los bachitiempos. Fue Oveja el que me contactó con la que se supone será mi roomate a partir de Octubre. Una chica chilena que va a compartir conmigo su departamento en el East Village.
Ahora veo como las cosas empezaron a fluir a partir de esa noche en Tompkins Square, cuando las ratas jugaban a las escondidas y la pequeña comunidad de chilenos en NY estaba vuelta un zoológico.
Que vivan los animales entonces.